Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es un valor esencial de los seres humanos (OMS, 2013)1 y factor clave de su bienestar integral, concepto que el Ministerio de Salud y Protección Social define como un estado dinámico de la vida cotidiana que facilita a los individuos y a los grupos aprovechar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para establecer relaciones significativas y vivir su cotidianidad de manera placentera.
De acuerdo con el trabajo de Gómez et alii (2007), la salud mental se ha mirado como la ausencia de la sintomatología que indica malestar psicológico, concepto que para Páez (2008)4 es el nivel de estrés percibido como desmoralización, incomodidad y desasosiego. Al evaluar el malestar psicológico se obtiene información sobre la autopercepción de pensamientos, sentimientos y comportamientos que podrían configurar un problema de salud mental.

